
" Allá cabalgan... peste, guerra, hambre y muerte "
En 1962 Vicente Minnelli llevó a cabo la adaptación de la novela homónima de Vicente Blasco Ibáñez para retratar esa misma situación en el marco inmejorable de la II Guerra Mundial. Para ello contó con las interpretaciones de un genial Glenn Ford, Charles Boyer, Paul Lukas y la sueca Ingrid Thulin (famosa por ser la actriz fetiche en numerosas películas de Bergman).
Nos encontramos a finales de los años 30 en Argentina, asistiendo a la ruptura familiar entre hermanos, sobrinos y nietos, pues unos decidirán luchar por el Tercer Reich mientras los otros deciden mantenerse neutrales en París, lo que conllevará la muerte del patriarca Madariaga de un ataque al corazón. Pero antes de morir no perderá la oportunidad de profetizar la llegada de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis y el panorama de muerte y destrucción que sembrarán.
Cual visión apocalíptica, esto será el preámbulo que desencadenará la II GM en Europa, aprovechado por el film para narrar las circunstancias y vicisitudes que soportará esta familia a lo largo de la contienda.
De esta forma asistiremos a la ocupación nazi de Francia, más concretamente de París, y cómo parte de la familia intenta sobrevivir gracias a los contactos que mantiene la otra parte entre los altos jerifaltes nazis.
Paralelamente podremos atender a la historia de amor que surge entre Glenn Ford e Ingrid Thulin, esposa del director de un periódico muy activo en la lucha antifascista que partirá al frente belga para combatir a los nazis, momento en el que se producirá el affaire entre los dos primeros.
La historia no es que sea especialmente original, en el sentido de que no nos cuenta nada que no sepamos ya de la II GM, o de la ocupación en París. El principal activo supone que la historia original es de Vicente Blasco Ibáñez y que su mensaje puede ser adaptado a toda época y conflicto. La dirección es digna de interés, pasa de unas escenas alegres y luminosas a otras sórdidas y oscuras por los callejones de París en los que lucha la Resistencia. Esto nos dejará momentos realmente interesantes, como la huida por el metro de París o la resolución final de la historia.
Desde un punto de vista más personal tenemos varios puntos curiosos:
Por un lado, las relaciones paterno-filiales entre un hijo que se cree un abúlico en temas de compromiso político, así como el complejo de culpa de un padre que no supo estar a la altura en la 1º GM. Y, por otro lado, una hija que se compromete desde el primer momento aunque eso pueda costarle la vida. Estas circunstancias se ven representadas de forma antitética en la otra parte de la película, y lo realmente revelador de esto es que al final las dos acabarán de la misma forma. Es el mensaje didáctico que Ibáñez pretendía mostrar en su novela y que Minnelli sabe traer a estos tiempos.
Por otro lado, uno de los puntos que me parecen más interesantes, y que habría que trasladar a estos años que vivimos tan combulsos, es el del compromiso que una persona debe adquirir en determinados momentos de la Historia. Sobre cómo nos inhibimos por no buscar problemas "innecesarios", lo que no hace sino agravar la situación y forzarnos a realizar hechos dramáticos y extraordinarios. En este sentido cabe recoger el alegato de Stéphane Hessel, Indignáos, que llama a la rebelión (pacífica) contra los mercados ante la indiferencia de la juventud en general.
El interés que puede tener la película es muy relativo: como ya hemos visto, la historia no es que de para mucho en términos de cine bélico, el que esté interesado en la ocupación de París puede disfrutarla bastante, pero también tenemos en la mesa Arde París. En este sentido, sin duda su punto fuerte resalta en la evolución de esas relaciones familiares y en el mensaje de la película, que no nos descubre nada del otro jueves. Glenn Ford nunca es prescindible y la dirección de Minnelli se hace agradable.
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O quizás también podéis leer el punto de vista de la crítica de Von Kleist