
" Cuando creía que estaba fuera....vuelven a involucrarme "
Y el fin, como en todo, tenía que llegar. Y llegó en 1990 de la mano de los mismos protagonistas que llevamos barajando estas semanas, Mario Puzo y Francis Ford Coppola en sus respectivos roles. Si bien muchas circunstancias que rodean a ésta tercera entrega serán bastante diferentes de las anteriores, varias negativas, pero intentaré explicar el por qué de su existencia y cómo no había otra manera de llevarlas a cabo.
En el transcurso de los años entre la 2º y 3º entregas de la saga, Coppola se dedicó a otras cosas, otros proyectos. Hablamos de pelis míticas como
Apocalypse Now (en la que vuelve a colaborar con Brando y Duvall) pero también de otras no tan importantes como
Peggy Sue se casó. El balance en general es el de una necesidad económica de Coppola que le lleva a no tener tantos remilgos para lanzarse con la tercera entrega. Además, Puzo colaboraba en el guión, tenían varios actores del mismo reparto que la anterior entrega (años después, no lo olvidemos) y se introducían caras nuevas interesantes como Andy García, Sofia Coppola o Joe Mantegna, ¿qué podía salir mal?.
Con esta base de partida, nos encontramos 8 años después (que para la edad de los actores son bastante pocos, todo hay que decirlo) con un Michael Corleone retirado de la vida gangsteril, siendo condecorado por el Vaticano por sus importantes, y costosas, obras benéficas. Sus hijos han crecido y toman sus propias decisiones, su ex mujer Kay ha formado una nueva vida junto a otro hombre, y su sobrino Vincent (hijo de Sonny) irrumpe en su vida para pedirle ayuda con sus problemas (sí, habéis acertado, gangsteriles).
Además de esto, Michael intenta llevar a cabo un último gran negocio con la Iglesia Católica que deje su vida y la de sus sucesores solucionada, todo desde la legalidad. Aquí no podemos olvidarnos de la presencia del Vaticano en toda la cinta (se rodó en sus interiores) así como el escándalo que existió efectivamente con el banco Vaticano y aquél desdichado banquero suizo (que apareció ahorcado sobre el Támesis).
Pero encontrará personas que, por un lado, quieren eliminar toda presencia criminal rival en Nueva York y, por otro lado, desde Sicilia, quieren recordarle el alto precio que deberá pagar para conseguir su objetivo. Finalmente todo conduce a los orígenes, a Corleone.
Allí asistiremos a uno de los mejores momentos de la película, en la ópera donde todo se decidirá (a éste respecto diré que las escenas están tan magistralmente filmadas porque el padre de Coppola dirigió en varias ocasiones éste tipo de eventos, incluso la propia Cavalleria Rusticana, y de hecho aparece en varios momentos de la saga con una batuta en la mano). Hay varias anécdotas de este tipo, por ejemplo, en el bautizo de la primera película, el bebé que recibe el agua bendita no es otro que Sofía Coppola. Por si esto fuera poco, Connie (Talia Shire) no es otra que la propia hermana del director, lo que ayudó a crear ese ambiente tan realista en las reuniones típicas de italoamericanos.
Si estuviese escribiendo éstas palabras en el año 1989 y vostros las estuviéseis leyendo, creo que llegaríamos a la conclusión de que sería un gran final para la saga (aunque no se concibió como un final) y llamaríamos loco al que dijese que sería un fracaso. Aunque hay que hablar con propiedad, no fue para nada un fracaso, en lo que a la taquilla se refiere. He tenido buen cuidado en diferenciar crítica y taquilla en las tres crónicas porque las tres fueron importantes éxitos económicos. Pero la crítica se cebó con ella (y con la pobre Sofia a la que intentaré echar un capote). Intentaré explicar las claves de éste pequeño desastre (muy pequeño, oiga) pero también por qué debía contarse de ésta manera:
1. Se pierde el romanticismo y la épica que comentábamos anteriormente: y no es cuestión baladí, es más, es el punto fundamental e incuestionable de su fracaso entre los amantes de la saga. Porque lo que atraía de El Padrino, lo que le hacía diferente de otras películas de mafiosos con buenos directores tras la cámara, era precisamente el aire romántico y épico que destilaban todas y cada una de las escenas. A cambio encontraremos el crepúsculo que antecede a toda buena historia. Ese aire crepuscular deja en un escalón inferior la historia, influyéndola y también al espectador.
2. Tenemos a un
Michael Corleone enfermo, débil y anciano: dubitativo, influenciable, y visiblemente cansado de todo. Pierde el poder, no se hace respetar. Su hermana y Al Neri (guardaespaldas y consejero) llegan incluso a dar una orden de asesinato sin su consentimiento. Es incapaz de mantener a su hijo por el mundo del Derecho. Hay muchos ejemplos de ello. Es un hombre que llegó al cúlmen de su simbiosis con la figura de su padre en la anterior entrega, y ahora debe seguir esa evolución natural que no es otra que la de cumplir su promesa y hacer legal la familia. Se han vendido todas las participaciones en las distintas tapaderas y ahora quiere continuar desde un punto de vista místico y religioso. Pero, como el bien dice, "le vuelven a meter dentro" (no puedo dejar de recordar a Silvio en
Los Soprano imitando ese momento).
3. Otra cuestión de segundo nivel sería la
entidad de sus rivales: en las anteriores vimos una evolución exponencial en cuanto a su peligrosidad, pero también espectacularidad. Ahora no es posible continuar con ello porque no hay nadie tan poderoso como Michael Corleone. Sus enemigos son ancianos y nuevos matones que quieren hacerse un nombre. El único que quizás pueda levantar un poco el nivel sería Luchessi, pero vaya que donde estén esos Barzini, Sollozo, Hyman Roth, incluso el carismático Pentangelli.
4. Hay una clara
decrepitud de su imperio: refiriéndonos claro a su imperio criminal que, poco a poco, va desapareciendo para dejar detrás a una serie de buitres que se pelean por los despojos. Es una evolución lógica del primer punto que comentábamos y de la decisión de Michael sobre adoptar la legalidad para la familia.
5. Sofia Coppola: que sí, que vale, que es la hija del director y que está ahí porque papi quería ver a la niña en todo su éxtasis. Vale que tampoco es que sea Greta Garbo, y su actuación no es de 10 ni de lejos, pero nos dejará escenas maravillosas. Recuedo ese baile con Michael al principio de la película homenajeando el de la boda de Connie con Marlon Brando. También una de las más famosas y mejores escenas eróticas del cine: no es otra que aquella preparación de los ñoquis con Vincent.
No he querido puntualizarlo como lo anterior, pero creo que no deja de ser importante mencionar la ausencia de Tom Hagen, fallecido, (Robert Duvall) como otro de los puntos que merman la historia. Era un personaje principal y, aunque tampoco era básico para las tramas, sí era irrepetible. O por lo menos insustituible. A cambio, volveremos a disfrutar con el cantante Johnny Fontane en la ceremonia por la condecoración a Michael.
Es de justicia señalar que, tras este bajón inicial de hora y media de película, la historia volverá a repuntar y no dejará de crecer hasta que termine, coincidiendo con el viaje a Sicilia y la opereta de Cavalería Rusticana que interpreta Anthony, el hijo de Michael. Me encantan todas éstas escenas que rememoran en todo momento, no sólo los años de Vito Andolini, sino también la huida de Michael a tierras de su padre con Don Tomasino y, como no podía ser de otra manera, la preciosa, bella y tristemente efímera Apollonia. Ese Michael torturado que escucha la canción típica del pueblo en labios de su hijo sin poder olvidar lo ocurrido anteriormente.
También me gusta la relación que hay entre Kay y Michael, en la que no se soportan al principio, pero Michael consigue explicarla su historia, su pasado, sus orígenes, de modo que Kay logra llegar a entender (y comprender) mínimamente lo que ha ocurrido en un largo período de su vida.
Por último, no quiero dejar de señalar mi personaje preferido en la tercera entrega: no es otra que la gran Connie. Ha cambiado absolutamente desde las dos anteriores hasta el punto de convertirse en una auténtica matriarca, de la que su padre estaría orgulloso.
Por cierto que se pensaba acabar la saga como una tetralogía contando la historia de Andy García y la absoluta destrucción de la familia Corleone, pero Mario Puzo murió antes de poder terminar el guión. Personalmente creo que prefiero tener la historia así, tal y como nos la han contado.
Digo que creo poder justificar los puntos negros que mencionaba antes porque la evolución de la historia impone estos hechos, salvo el tema de los rivales y el de Sofía Coppola que los considero absolutamente accesorios. La evolución de los personajes, de la historia, de los tiempos que viven, del crimen organizado han sido respetados totalmente, y ese es el resultado. ¿Cuál es el problema? que no nos gusta lo que vemos, la degeneración de unos mitos que nos montamos en la cabeza tras visionar las dos primeras partes pero que, como todo, llegaron a su final.