
Tengo una enorme deuda con el
Western, y cada día se va haciendo más elevada y difícil de saldar. Creo que llega el momento de ajustar cuentas y pagar una pequeña penitencia, el reto de enfrentarme con una serie de
TV de 3 temporadas. Pero el día es lluvioso, tengo tiempo libre y no veo un mejor momento para hacerlo. Ya advierto que lo más seguro es que me deje muchas cosas en el tintero, no creo que vaya a ir capítulo a capítulo, haré una visión de conjunto, por eso quiero recomendaros a todos, amantes e indiferentes del
western, que le dediquéis 5 capítulos por lo menos a esta pequeña joya.
Nos encontramos en el pequeño pueblo minero de
Deadwood a finales de la década de 1870,
Dakota del sur, durante la fiebre del oro en las
Black Hills y momentos después del descalabro que sufrió el 7º de caballería en la batalla de Little Big Horn, sucesos en los que la caballería del famoso General Custer fue masacrada a manos de las tribus Cheyennes reunidas por Caballo Loco. En este marco conoceremos la vida de una serie de personajes, cada cual más pintoresco que el anterior, y las relaciones que se producen entre estos con el enfrentamiento entre la ley del más fuerte y el progreso técnico. Estos pueblos surgían de la noche a la mañana, recordaréis las sucesivas versiones de la historia de
Carrera en Oklahoma o de
Cimarrón, que para el caso es lo mismo, donde vemos la absoluta locura que surgía entre los inmigrantes que vivían con el sueño de poseer una concesión de oro que les llevase al éxito.

Por un lado, a lo largo de estas tres temporadas, asistiremos a la llegada de determinados avances, como el telégrafo, y de la
estatalización del pueblo dentro del entramado político y burocrático que componen los
EEUU, frente a las frecuentes prácticas salvajes y de ojo por ojo que dominan las relaciones humanas en ese
momento, el llamado "salvaje oeste". Sin duda es una de las características del
western: la confrontación entre la ley natural y la ley civil,
perfectamente reflejada en el contexto histórico de la historia común a las tres temporadas, pero creo que quedarnos solo en eso, en el
western en general y en
Deadwood en particular, es rascar solo la superficie de lo que pretendemos contar. Personalmente creo que el Western es muchísimo más que esa pequeña frase, en la que por cierto caben otras muchas historias que para nada son Westerns.
Porque lo primero que encontraremos será una de las formas más primitivas de
organización social, con esos primeros capítulos en los que el pueblo son 4 casas (por supuesto una de ellas es el
Saloon Gem) y numerosas tiendas que albergan los futuros comercios. Asistimos también a la aparición de una serie de personajes históricos, tónica general de la serie, que interrelacionan con otros ficticios, y pronto descubriremos que no debemos encariñarnos demasiado con los sujetos a los que vamos conociendo sobre la marcha, pues en cualquier momento pueden desaparecer de la serie en una riña de salón o en discusiones motivadas por una partida de cartas.
Deadwood viene a decirnos básicamente que la condición humana no ha cambiado a lo largo de los siglos por muchos avances y sucesos históricos que se hayan producido: somos los mismos vicios y defectos, aunque más o menos refinados. La idea más asocial y de bajeza moral que representa esta idea sería
Al Swearengen, el propietario del
Saloon principal del pueblo y uno de sus fundadores más antiguos, ya que es capaz de cualquier cosa con tal de sacar un beneficio personal. Al viene a ser el
Tony Soprano de la serie y, aunque la estructura de la serie es coral y el desarrollo de las tramas va en cascada, arrastrando unas historias a las otras, sin duda es uno de los pilares que hacen de
Deadwood una serie especial.
Es una
personalidad digna de estudio: por un lado no tiene ningún escrúpulo en matar y trapichear sus constantes
maquinaciones, pero por otro lado sorprenderá a muchos decir que no es para nada el "malo" de la serie. Esa es otra tónica general en la
HBO, a parte de la de asesinar a sus personajes sin avisar (lo que hace más realista la historia), el hecho de que no hay "buenos y malos" en sus producciones:
prácticamente todos ellos son
antihéroes víctimas de las circunstancias y del momento histórico en el que les toca vivir.
De
Swearengen se puede hablar largo y tendido pero basta decir que es un superviviente que prefiere hacer padecer los perjuicios al resto de sujetos que le rodean que a sí mismo. A pesar de esto podremos comprobar en muchos momentos que tiene su
corazoncito, y nos dejará diálogos para la historia e
inteligentísimos en situaciones tan grotescas como cuando está siendo objeto de favores sexuales por sus prostitutas o cuando su interlocutor sea la cabeza arrancada de un jefe indio. Sin duda Al es un auténtico incomprendido. Sus poses en la terraza del Gem serán realmente antológicas, así como sus duelos de miradas con Hearst.
Hay que decir que este personaje existió históricamente en el
Far West norteamericano, siendo proxeneta y
maltratador de todas sus mujeres (tres matrimonios),
representativo de la segunda oleada de inmigrantes que llegaron a
Deadwood no para dedicarse a la extracción de oro, sino para ofrecer servicios a los mineros.
El segundo personaje protagonista al que debemos hacer mención es sin duda el
Sheriff Seth Bullock, que vendría a representar al caballero blanco de esta historia, un "héroe" con terribles y peligrosos ataques de ira. Viene a ser el justiciero que no tolera el abuso de los débiles, aunque para ello deba aliarse con los bajos fondos de la ciudad y llevar a cabo prácticas de extrema violencia. Es un personaje bastante interesante aunque con una paupérrima evolución si lo comparamos con
Swearengen, lo que resulta muy
paradógico teniendo en cuenta que le ocurren cientos de desastres. Da la sensación de que su vida está llena de altibajos que pretenden hacer evolucionar el personaje sin conseguirlo, mientras que con
Swearengen no ocurre lo mismo, nos cuentan una
cotidianedad bañada en sangre, pero con unos monólogos y discursos dignos de ser oídos. Sin duda son personajes
completamente diferentes, siendo
apeteciblemente histriónico el de Al, lo que condiciona el desarrollo de ambos papeles.
A partir de ahí se pueden escribir muchas páginas y reflexiones del resto de personajes tan interesantes como
Calamity Jane (alcohólica empedernida pero el personaje más entrañable de la serie),
Wild Bill Hickok (mítico
Sheriff y
cazarrecompensas de aquellos años)
Charlie Utter (inseparable de
Wild Bill que acabará
siendo ayudante del
sheriff y uno de los personajes más simpáticos de la serie), y una lista sin fin de personajes bastante graciosos. Pero creo que merece más la pena detenerse un poco en otros dos puntos fuertes de la serie:
El primero de ellos es la prostituta
Trixie, ésta no tiene un reflejo histórico, pero también es un personaje muy rico:
evolucionará desde las faldas del prostíbulo de
Swearengen hasta independizarse y montar un auténtico escándalo en los últimos capítulos, ejerciendo como motor de la historia en muchas ocasiones. Hablamos de que la serie es una partida de ajedrez de un modo general, pero hay momentos cúlmen que desatan un vendaval de violencia para cambiar la partida y empezar otra muy distinta.
Ella viene a ser un reflejo de
Swearengen en mujer aunque de otra forma, es también una superviviente que hace lo que sea necesario para seguir adelante, sin importarle que tenga que vender su cuerpo al tipo que más pague. La diferencia es la
empatía que desprende con respecto a los que se sitúan a su alrededor: ya sean sus compañeras de
saloon (convirtiéndose en una especie de consejera o
madame) ya sea el judío Sol
Star, con una relación realmente bonita, todo hay que decirlo.
Posiblemente sea ese hecho lo que hace que
Swearengen tenga una relación amor-odio con ella bastante especial: sabe que es como él pero en una versión mejorada, por eso una parte de él se niega a dejarla marchar mientras que la otra prefiere salvarla porque es consciente de que ella merece la pena (todo ello sin que nadie se percate de que afloran sus sentimientos por supuesto).
El último personaje al que dedicaré un poco más de tiempo es
George Hearst, realmente interesante e importante, a pesar de que haga su aparición en la última y tercera temporada. Es un
magnate del oro, se dedica a abrir concesiones por todo el territorio y a construir un imperio de influencias y miedo con esas ganancias. Se define a sí mismo como un hombre al que "le habla la tierra" con una mística casi sobrenatural que le hace llevar a cabo importantes negocios. Si aparecen obstáculos en su camino los compra y sino, los liquida. Como imaginaréis habrá un enfrentamiento directo con
Swearengen cuando
Hearst llegue al pueblo, iniciándose una auténtica partida de ajedrez entre ambos. Engaños, estrategias y movimientos con terceros que acabarán en un baño de sangre, bien es cierto que el final será muy flojo con motivo de la cancelación de la serie.
Quizás deba señalar que es un
western sin indios, no es "una de indios" para nada, lo que para algunos puede resultar
paradógico o incluso
contradictorio. Pero creo que el interés de la serie no es hacer un
western clásico, sino una historia ambientada en el lejano oeste centrándose en la idea de la confrontación entre las reglas no escritas de los hombres en estas poblaciones sin ley ni orden y la modernidad que avanzada con paso de gigante, lo que enriquece el género.
Es una serie técnicamente difícil de superar, con un puñado de actores geniales, están perfectamente equilibrados, no hay uno que sobrepase a otro o lo eclipse. Es uno de los pocos casos en que la HBO denigró la serie, ni si quiera afirma actualmente que la serie haya terminado, y parece ser que los motivos por los que se la "cargó" fueron su excesivo coste.
No entiendo cómo pudo ser cancelada una serie de este calibre, sobre todo con la trama final que se iba gestando desde la segunda temporada, aunque es cierto que pierde un poco de ritmo en algunos momentos. Me parece que fue una iniciativa muy original e interesante, y las actuaciones de todos ellos son estupendas, muy al estilo de los Soprano en el oeste. Personajes pintorescos y radicalmente distintos entre sí, que inevitablemente chocan cada dos por tres, y con diálogos muy inteligentes. Se comentó que se iba a trasladar al cine en forma de dos películas, pero parece que fue una propuesta que quedó en el olvido.
Pero ya se sabe que en estos menesteres hay otros intereses ocultos, como la propia serie relata por otro lado.